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Browsing 360 Social problems & social services by Subject "Anarquismo -- España"
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Item Insurgencia libertaria : las juventudes libertarias en la lucha contra el franquismo(Barcelona : Virus Editorial, 2010, 2010) Gurucharri, Salvador; Ibáñez, TomásPese a la dispersión de la militancia libertaria tras 1939, el movimiento libertario mantuvo en el exilio el pulso de sus organizaciones, aunque con un pesado lastre de enfrentamientos internos. La colaboración gubernamental durante la guerra, dio pie a una división entre «puristas» y «colaboracionistas» a menudo más nominal y biográfica que política, pero que condicionó los debates de posguerra. No obstante, entre los núcleos de anarquistas huidos de la Península se fue generando una red de contactos, publicaciones, ateneos, encuentros internacionales etc., que la dirección cenetista en Toulouse quiso centralizar jugando, a la larga, un papel entorpecedor y paralizante. En este contexto, y tras el declive de las tentativas guerrilleras de Sabaté y Facerías, algunos jóvenes crecidos en el exilio y otros llegados del interior, con la ayuda de ciertos veteranos, buscaban un nuevo marco para el movimiento libertario: fortalecer la creación de grupos en la Península y priorizar la acción directa como instrumento para minar el Estado fascista. Así nacería Defensa Interior, organismo destinado a llevar a cabo acciones armadas, aprobado en 1961 por la CNT. Esta decisión prometía, para los hastiados de la burocracia, una nueva etapa que recuperaría el sentido y el protagonismo de la acción libertaria. Militantes de Juventudes Libertarias como los hermanos Gurucharri u Octavio Alberola, y viejos luchadores del calibre de García Oliver o Cipriano Mera apostaron honestamente por el DI; mientras la dirección cenetista lo saboteaba de manera sistemática. Pese a ello, entre 1962 y 1970 se llevaron a cabo una cincuentena de acciones que, después de la supresión formal del DI en 1965, fueron continuadas por las Juventudes Libertarias y el Grupo Primero de Mayo. Entre estas acciones se encuentran el secuestro del delegado español en el Vaticano monseñor Marcos Ussía, y varios planes frustrados contra el dictador Francisco Franco. El rechazo creciente de la dirección del Movimiento Libertario, en manos de personas como Federica Montseny o Germinal Esgleas, las ejecuciones de Delgado y Granados, las detenciones de importantes militantes en el interior y las propias redadas de las autoridades francesas contra los sectores más activos del exilio acabarían por asfixiar esta vía. Se frustraron así las ilusiones de una nueva generación de libertarios que, mientras fracasaba el intento de renovar y relanzar las organizaciones históricas del anarquismo ibérico, encontraban en los movimientos en torno a los que se fraguó el Mayo del 68 y en el contacto con otros jóvenes anarquistas europeos la posibilidad de una acción revolucionaria al margen de las viejas estructuras.Item Maroto, el héroe : Una biografía del anarquismo andaluz(Barcelona : Virus Editorial, 2011, 2011) Amorós, MiquelEl anarquismo andaluz figura entre los grandes vacíos de la historia de la primera mitad del siglo XX y, concretamente, de la que se refiere al periodo que abarca la dictadura de Primo de Rivera, la República y la Guerra Civil y la Revolución. Estas dos décadas de cruenta guerra de clases, de las que saldrían victoriosos los sectores más reaccionarios y, en definitiva, el fascismo, convirtieron al anarcosindicalista granadino Francisco Maroto del Ojo en el símbolo de una generación de militantes y luchadores. Maroto, hijo de una familia de tres hermanos y huérfano de padre desde muy joven, nació en el barrio del Albaicín, donde residía buena parte de la clase obrera granadina, expulsada del centro tras sucesivas remodelaciones urbanísticas. Ebanista de profesión, sería uno de los principales líderes de la CNT en Granada durante la República. Maroto se convertiría en un personaje tan querido por las clases populares granadinas como aborrecido por la burguesía y los caciques granadinos, los cuales formaban «parte de la derecha más conservadora y ultramontana». Calificado de «maleante y delincuente» en las páginas del diario monárquico El Ideal, Francisco Maroto participó activamente en la enconada conflictividad obrera existente en Granada en los años treinta, sufriendo la consiguiente represión. Pero sería durante la guerra cuando se dibujarían en Maroto los rasgos que lo convierten en una figura sobresaliente, junto con otras como el malagueño Juan Santana Calero o el sevillano Juan Arcas. A pesar de haber conseguido organizar una columna de milicianos que demostró una más que sobrada solvencia militar, la estrepitosa caída de Málaga fue utilizada para criminalizar a las milicias anarquistas y, en última instancia, para encarcelar y quitar de en medio al propio Maroto. A pesar de las acusaciones sin pruebas y de las incontables peticiones de libertad, la inquina hacía él tanto del PCE como del gobernador civil de Almería, el socialista Gabriel Morón —junto con la pasividad calculada de los organismos dirigentes de la CNT, más preocupados por los equilibrios en las instancias de gobierno que por los presos anarquistas—, hicieron que pasara buena parte de la guerra en la cárcel. Capturado por los fascistas en Alicante en enero de 1940, sería fusilado en julio de ese año tras ser salvajemente torturado. La historia de Maroto no puede leerse como la historia de un solo hombre, sino como una biografía de un anarquismo andaluz que en las luchas sociales forjó el carácter de cientos de militantes. Una historia que ha sido cerrada a cal y canto tanto por el Franquismo como por el régimen que le sucedería.