Vivimos en pleno cambio de época. No es solo una crisis. Nos han cambiado las pautas de trabajo y de vida. Nos comunicamos, informamos y actuamos desde otras plataformas y medios. Otras familias. Barrios y pueblos más heterogéneos. Trabajos, salarios e hipotecas dependiendo de decisiones y situaciones que no sabemos a quién atribuir. Y en medio de toda esa sacudida, la política y los políticos parecen seguir a su aire, en sus cosas, como si lo que nos acontece fuera algo temporal. Estamos en una sociedad y en una economía más abierta. Pero la política sigue siendo un coto cerrado para especialistas.